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lunes, 28 de noviembre de 2011

Tres años y un día.

A mí me gustaría poder decir otra cosa pero lo cierto es que el amor es exigente.
No hablo particularmente por mí ya que yo soy más bien del tipo de persona que tiende de manera innata y natural al emborregamiento: me emperro con una relación y hasta que no me he pegado la más grande de las leches de toda la historia de la humanidad de las relaciones no paro. Supongo que porque necesito saber que hice todo cuanto pude, que di todo lo que tenía y que luché y aguanté con estóica paciencia, que no me rendí a la primera de cambio.


Con esto y con todo, aunque yo haya arrastrado carros y carretas en el pasado, tengo que deciros que el amor se acaba. Me ha pasado incluso a mí, con eso os lo digo todo. A mí que no soy de esas personas que cambian de ropa interior, ideas y sentimientos a diario o semanalmente (sí, hay gente que se cambia la ropa interior una vez por semana, es inquietante a la par que repugnante pero verídico), que soy de las que se enamora hoy y me pierdes hasta dentro de cinco años por lo menos.

Pues sí, como os decía el amor es exigente y se acaba, si me pasa hasta a mí es que es algo común.

Supongo que todo comienza cuando la otra persona, en este caso el hombre, sabe o más bien cree que te tiene enganchada por los siglos de los siglos amén, hasta que la muerte os separe y se relaja. Que ojo, una cosa es estar tranquilo con tu relación, que haya confianza, calma etc y otra es estrapayarse en el sofá, agarrarse los testículos con la mano izquierda y con la derecha el mando de la televisión (es lo que un amigo denomina 'La Postura del Hombre') y hala, aquí me las den todas, tráeme de beber, tráeme el cargador del móvil, tráeme la ducha, tráeme al médico y tráeme la vida entera a este sofá.
Que oye, yo si él susodicho está enfermo le llevo al sofá hasta al confesor pero así gratuitamente cuando estoy yo también sentada -que no tumbada y con una mano en la entrepierna y en la otra el esmalte de uñas-, habiendo hecho los dos las mismas cosas al cabo del día pues me joroba un poco que me pidan que me levante yo como si todavía estuviésemos en las cavernas, en cuyo caso no veríamos la televisión sino las pinturas rupestres y no nos comunicaríamos por Whatsapp sino con señales de humo.
Esto obviamente es una metáfora aunque no pocas veces se da literalmente.


Y entonces como que empiezas a desencantarte un poco. Se pierden los detalles, los sms sin razón, los mails que sólo ponen 'mi cama huele a ti, ojalá todas las noches durmieras en ella', las llamadas de horas que intentan terminar con un cuelga tú, no cuelga tú, no jo cuelga tú, las flores fuera del aniversario etc.
Empiezas a pasar menos tiempo con tu pareja, hay detalles, nimiedades tal vez que van abriendo brechitas en tu corazón, cosas absurdas que para ti tienen importancia y se acumulan en el cajón de las cosas que al fin y al cabo son tonterías, no tienen importancia pero que para ti tienen y mucha, etc, etc.


A esto se suman las dudas. El no saber hacia donde vas ya, si es verdad que te quiere igual que el primer día, si es verdad que las demás no le importan y a la hora de la verdad sólo tiene ojos para ti; empiezan las sospechas, el runruneo en el estómago cada vez que le suena el móvil, el odio cada vez que aparece el nombre de una mujer en una conversación, los tengo dudas y necesito tiempo, los ahora te quiero y ahora no, las cosillas sospechosas que de vez en cuando te encuentras por aquí y por allá... Y no le das importancia al principio, piensas que al fin y al cabo con quien está es contigo y será por algo pero al cabo del tiempo estas cosas terminan por hacer mella. Mucha.

Se enfría el amor, se pasan las ganas, se abren espacios entre ambos que ya no sabes cómo llenar, de repente un día te sorprendes prefiriendo quedar con amigos a estar con él, otra noche te fijas en un chico que ves en un local y no te acuerdas de que en algún sitio estará él quién sabe si haciendo lo mismo que tú, un día los te quiero ya no encuentran el camino hasta tus labios, los besos ya no significan nada y los evitas...
Un día sin darte cuenta se te ha acabado el amor porque la falta de detalles, el tiempo sola, las noches sin dormir, las sospechas, las dudas que no tenias tú pero él sí, los nombres de mujeres por los cuales no has preguntado, la desidia, las cosas que se dijeron demasiado tarde, las confesiones a destiempo, la seguridad mal entendida.. han dado al traste con un amor que parecía a prueba de bombas, a prueba de viajes, a prueba de horas extra, de días especiales olvidados, de palabras que nunca llegaban, de compañeras de trabajo y amigas de amigos, a prueba de Martas, Lauras, Marías y 'esta' o 'aquella', a prueba de ti misma.

Un día él te pide algo más: vámonos a vivir juntos. Sal conmigo en serio. Cásate conmigo. Y ese día a ti se te ha hecho tarde. Deseabas oir eso pero ha llegado demasiado tarde.

Un día él te pide algo que tú ya no puedes darle. Porque tienes tantas astillas clavadas en el corazón que sientes que ya no vale la pena: no vale la pena porque de tanto tensar la cuerda se ha roto. De tanto machacarte el corazón se te te ha roto.

De tanto abusar del amor, se te ha terminado.

Y puede que ese día sea hoy, el día en que sé que nunca estaré tranquila contigo, que nunca estoy segura de ti cuando no estoy a tu lado, el día en el que por mucho que tú me lo pidas y yo lo intente, ya no puedo confiar en ti ni puedo hacer ningún esfuerzo más por ti porque se me ha hecho tarde, has llegado muy tarde, te he esperado demasiado tiempo ya. Porque como dice la cancion hoy, después de tanto tiempo, hoy ya no te quiero.

1 comentario:

  1. wowowow...
    que bien escribes hija mía...
    has descrito a la perfección
    la Muerte de mi relación con Ne.
    xDDDDDD

    muaks

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