Contacto

Ponte en contacto conmigo: diariodeundramaanunciado@gmail.com

jueves, 8 de septiembre de 2011

The reason.

Ya me ha dado. No debería de sorprenderos, os lo avancé en el primer post: cada equis tiempo me da la vena del 'mi novio no me quiere'.

Con mi actual pareja es distinto: sé que me quiere. Pero sé que me quiere porque es normal y llevamos tres años juntos y cuando pasas tanto tiempo con alguien, le quieres.
Lo malo es cómo le quieres: ¿como a una pareja?, ¿como a un amigo?, ¿como a un viejo conocido?

Eso es lo que a mí me preocupa. Lo que viene después de la pasión inicial del 'no puedo vivir sin ti', los sms apasionados a deshoras, la urgencia de reencontrarse tras unas larguísimas 24 horas sin verse, el sentirse vacío cuando la otra persona no está cerca...

A ver, yo no me muero cuando mi novio no está cerca, eso también os lo digo. Me tengo que ir de viaje y me voy (a decir verdad me he ido este verano por primera vez en tres años, los años anteriores cancelé todo y me quedé con él) pero lo echo de menos y quisiera que estuviese conmigo. Y me fuí por una razón muy concreta.

A mí me inquieta saber por qué me quiere mi novio. Porque eres buena, me contesta siempre. Ya, pero esa no es razón, yo conozco a mucha gente buena y no estoy emparejada con ella. Pero tú eres muy buena. Ah bueno, entonces ya...
No en serio, eso no me sirve de nada. Te preocupas por la gente, te preocupas por los demás muy por encima de preocuparte por ti misma. En esto le tengo que dar la razón, lo que a mí me pase me da igual pero a la gente de mi entorno que no la roce el aire. Dudo que pudiese encontrar otra chica que se preocupase por él como yo.
Pero sigue sin bastar. Podría yo ser Santa Teresa y no es ese un motivo para que nadie sea mi pareja. Algo más tendrá que haber, digo yo. Pero según mi novio parece no haberlo. No sabe decirme por qué me quiere. Y eso me hunde.
Me hunde porque si no sabes por qué quieres a una persona, igual que la quieres la dejas de querer. Yo misma adoraba a mi Contorsionista pero no sabía explicar por qué (porque no había motivo, simplemente) y un buen día todo lo que había desapareció porque me dije a mí misma ¿y qué tiene este tío para que yo le quiera? ¿Qué justifica esta absurda devoción mía? Y ahí vino el batacazo. Bueno, el batacazo para él, yo recuerdo ese día como uno de los más felices de mi vida.
Pues eso, que un buen día te das cuenta de que aquello de lo que te habías enamorado no existe y no hay nada ya que alimente tu amor. Y ese día se van por el wc años de relación, de recuerdos, de vivencias compartidas...
Y francamente, con mi ex fue fácil porque bueno había más bien poco, se fueron por el retrete años de sufrimiento, que al fin y al cabo lo celebras, montas una fiesta por todo lo alto que ríete tú de las de Paris Hilton y Lindsay Lohan.
Pero si se van años que merecen la pena ser recordados ya la cosa cambia. Prepárate un bar en la cocina de casa con litros y litros de alcohol y una farmacia con cuantos ansiolíticos y antidepresivos puedas robar, sacar a la S.S, rescatar de contenedores de medicamentos caducados etc. Porque esto te va a llevar más kleenex, alcohol y pastillas que una fiesta en Ibiza.
Y eso a mí me aterra. Encontrarme otra vez con fotos, con regalos, con recuerdos, con una ristra de anclas que te sujetan donde estás y no te dejan moverte (y todos los Valiums, Orfidales, Prozacs y Whiskey's que te has tomado tampoco ayudan).
Por eso creo que es importante saber por qué quieres a alguien y por qué te quieren a ti.
Cuando tienes un motivo para hacer algo ese motivo te guía. Yo misma he dejado ochocientas carreras porque no tenía motivo para hacerlas. Ahora que he encontrado mi vocación ya me puedo dar de bruces contra mil obstáculos que aunque llore y reniegue y patalee, lo vuelvo a intentar porque tengo motivos, tengo una razón que me guía, un por qué que me mantiene en el camino: porque es mi vocación, porque es lo que siempre quise hacer, porque quiero ayudar a la gente que lo necesita, porque me siento como en casa en un hospital, porque creo que allí puedo ser útil, por los pacientes que me valoran, por el personal que también lo hace, porque el hospital saca lo mejor de mí, porque llego extenuada a casa pero duermo bien porque he hecho algo útil por alguien... por dar un pedacito de lo mejor de mí a quien lo necesita de verdad. Porque tengo mucho amor que dar y quiero dárselo a quien lo necesita tanto, tanto como una vez lo necesité yo.
Y eso me mantiene, pienso en todo eso y digo ¿y por cuatro gilipollas, por algo que no me haya salido bien, por un suspenso lo voy a dejar? No, por mis ovarios que tiro palante.
Pero si no hay razones, no hay por qué seguir. Si no hay razones no hay por qué dar lo mejor de ti cada día, cada minuto, en cada habitación. Y cuando el imbécil de turno te trata como si fueras su chacha, vas al vestuario, cuelgas el pijama y los zuecos y te pones la ropa de calle, vuelves a control, haces un corte de mangas y una reverencia y te vas con viento fresco.

No se pueden hacer las cosas a lo tonto, hay que hacerlas por algo. Máxime cuando hablamos de compartir tu vida con alguien. Que recoger tus cosas de una casa no es tan sencillo como coger tu uniforme y tu bolsa de deporte y largarte de un hospital.
Que dejar a una persona nunca es tan fácil como dejar una unidad.
Que dejar a alguien que te quiere no es tan sencillo como dejar a un grupo de desconocidos.

Por eso tú dame un motivo. El resto ya lo pongo yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario